¿Actuamos con la razón o con el corazón? La realidad es que no somos tan racionales como pensamos. “¿Quién no ha comprado alguna vez algo que no necesita en el súper?”. Nuestras emociones condicionan con más frecuencia de lo que podamos pensar nuestro modo de actuar. Ser conscientes de esta realidad y aprender a trabajar contando con las emociones de la persona puede ser una ayuda importante en la educación. Así lo expuso el consultor de empresas Óscar de la Mata en la sesión “¿Cómo gestionar las emociones de nuestros hijos”, celebrada en Brafa el 10 de marzo.
Este experto en gestión de las emociones compartió su experiencia como consultor y como marido y padre de familia. “Tenemos tres cerebros en uno”, explicó. El primero, se encarga de los actos reflejos. El segundo, de las emociones. El tercero es el que nos hace seres racionales.
Conocer qué registro está usando la persona con la que hablamos es importante. “Si una persona habla desde la emoción, no puedes hablar con ella desde la razón”, explicó. De ahí que cuando nuestro hijo se expresa desde la emoción no podemos darle una respuesta que no entenderá.
De la Mata puso un ejemplo: “Papá, tengo miedo”. Evidentemente, un niño que se expresa así no lo hace desde la racionalidad, por lo que no le tranquilizaremos respondiendo con un “tranquilo, no pasa nada”. Necesita que nos pongamos a su nivel, incluso físicamente, agachándonos. Tal vez es mejor contestar “tranquilo, no eres la primera persona que tiene miedo…”.
O tampoco es lo mismo decir a nuestro hijo “estás haciendo esto mal” que “esto lo podrías hace mejor”.
La letra…
Del mismo modo, en el aprendizaje son necesarias las emociones positivas. Ya no vale el “la letra con sangre entra”, que usaba emociones negativas, que podía funcionar a corto plazo pero no a largo.
Óscar de la Mata se refirió a la necesidad de controlar las emociones propias como condición necesaria para gestionar las emociones de los demás y, en concreto, en el ámbito familiar.
En el turno de preguntas, un asistente se refirió a que los hijos están constantemente buscando dónde están los límites. “Es lo que les corresponde hacer y a veces somos nosotros, los padres y las madres, los que no sabemos dónde están”, respondió en ponente.
En este sentido, añadió que los padres deben hablar y tratar de establecer una estrategia común en la educación, porque si no existe, tampoco existirán límites claros.
Entrenamiento para vivir
Óscar de la Mata señaló la necesidad del equilibrio: “el veneno está en la dosis”. Quedarse únicamente en el plano emocional o ser padres “dispensadores” (dar a nuestros hijos todo lo que nos piden) por miedo a que experimenten la frustración impide el desarrollo de nuestros hijos para enfrentarse a las exigencias y frustraciones de la vida adulta.
“No hay que tener miedo a que nuestro hijo pueda sentir frustración si nosotros estamos ahí”, señaló. Y explicó que los padres deberían actuar como un GPS, señalando la ruta que conduce al objetivo, corrigiéndola en caso de equivocación y asegurándose de que sus hijos alcancen el destino que se han propuesto.