Las familias de Brafa han puesto todo de su parte para organizar hoy una nueva edición de la fiesta de Cáritas y arrimar así el hombro en el que, durante un día, muchas personas en situación de exclusión puedan apoyarse. Es el evento más importante del año y, seguramente, el más esperado.
Este año han sido unas mil personas las que han participado en la fiesta, suma de las familias acogidas o atendidas por Càritas y las familias de Brafa.
Una vez más, las familias de Càritas, especialmente las que se encuentran en situaciones especialmente precarias, ha disfrutado de una mañana diferente. Porque este es el es el objetivo: ayudar a quienes peor lo pasan.
El campus de Brafa permite transformar o unas instalaciones deportivas y su entorno era un espacio en el que se desarrollan diferentes actividades y juegos: hinchables, tirolina, ping-pong, karaoke, coches, teledirigidos y un largo, etc.
De entrada, son los profesores de Brafa quienes se apuntan y coordinan alguna actividad. El resto de los voluntarios también están al pie del cañón. Unas empresas ceden su material lúdico para esa actividad. También contribuyen otras organizaciones del sector alimentario, por ejemplo, que proporcionan entre otras muchas cosas, las hamburguesas que se cocinan en el bar temporal en el que varios papás en la escuela cocinan a todo ritmo.
La fiesta comienza con la misa dominical de las 10:00 de la mañana, celebrada en esta ocasión por mossèn Joan Costa, y a las 11:00 san comienzo todas las actividades.
En torno a las dos de la tarde, el “restaurante” provisional instalado en la campa abre sus puertas para quienes quieran tomarse un Frankfurt o una hamburguesa con un refresco. Y comienza la operación recogida para que a las cinco se reanude la actividad habitual. Solo quedará de la fiesta la felicidad de todos los que hemos participado, que no es poco.